con dos miolastán

Me va a costar trabajo escribir algo, pero tenía la necesidad. Este fin de semana me ha tocado estar solo, y quiero decir, ausencia de Manu. Para ser sincero, tenía ganas de un fin de semana así, una especie de respiro, unos días para el reencuentro con amigos que, por las circunstancias, se han quedado un poco de lado en los últimos tiempos.

Y tras momentos de revival, no me quejo, estoy contento, feliz, por una vez en la vida, y con todo lo que llevo a mis espaldas, siento que estoy agusto y feliz con alguien. Ya lo he dicho varias veces y no es un secreto, no apostaba mucho por esta relación, por dos razones; una, la diferencia generacional. Puede parecer una tontería, pero en alguien místico como yo, acostumbrado a relacionarme con gente con gustos comunes y edades similares y con los que conecto en cualquier conversación, la sensación de empezar algo serio con alguien siete años menor, es difícil, sobre todo teniendo en cuenta lo fácil que es que me aburra de las situaciones por las que yo ya he pasado en su tiempo. La otra, que he tenido la sensación de no estar preparado. Tengo cientos de sacos de amor, en reserva, esperando ser abiertos. Y soy consciente que no doy todo de mi. Pero es cuestión de tiempo.

Hoy es el día de la madre, ese día comercial. supongo que invento también de la desaparecida Galerías Preciados. Le debo mucho a mi madre, lo primero, que tuviese la valentía de tenerme. Ella quería una niña, y salí yo. Primera sensación lógica, me supongo, la decepción. Pero he sido y sigo siendo un hijo querido, respetado, y sé que en algunos momentos, muy dificil. Gracias mamá, porque en primera instancia, lo que soy, cómo soy, y lo que tengo, te lo debo a tí, y a tu decisión de aceptarme, quererme y mantenerme. Y gracias porque si no fuese por tí, no tendría ahora la posibilidad de estar con alguien tan espléndido, maravilloso, y que me hace sentir tan pleno, como es Manu. Gracias mamá.

Manu, puedo decir que te quiero, que estar un fin de semana rememorando mi época de soltero, esa en la que volvía a las tantas de la mañana solo a casa, añorando un abrazo, calor humano del de verdad, del que no se te va a la hora (al que ya estamos muy acostumbrados) hace ver lo afortunado que soy. Antes he tenido ocasión de sentir ésto, pero no lo he sabido aprovechar, y tu has hecho que tenga la necesidad de gritarlo a los cuatro vientos y de darme cuenta de lo falto que estoy de alguien que piense en mi, que me mime, que se preocupe, que respete mi independencia pero a la vez, esté encima mío. Que se ría de mí con la mejor intención, y que en el fondo, me entienda, aunque sea oculto en cierta capa de superficialidad que , con un abrazo, se rompe en mil pedazos, capa que yo, aunque parezca que no, también respeto y mucho.

Por primera vez en mi vida, a esta hora (7'27 de la mañana de un domingo) me acuesto feliz. Y en serio, es la primera vez.

Qué mas decir, las pastillas me hacen efecto y voy a dormir sin dolores , tranquilo, y sabiendo que mañana, o dentro de un rato, cuando despierte, seguiré sintiéndome, como nunca, la persona más afortunada del mundo.

Buenas noches (o amanecer más bien)